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| Las chicas de Ruido Rosa en una escena de su último video |
Por: Ximmo
Las malas lenguas y en especial, las retractoras de la escena musical mexicana, dicen que, en sí, en México el rock es sinónimo de inexistencia y/o en su defecto, de intentos por parecerse a alguien/algo más. Ahora bien, si estas son las referencias para la música en general, al ir a un tema mucho más específico como el rock mexicano creado por mujeres encontramos que, bueno, la limitación es aún mayor.
Fue en 1955 cuando personajes como Enrique Guzmán, Javier Bátiz, Carlos Santana comenzaron a darle empuje a esta nueva ola musical dentro del país. Gracias a la chilena, Mayita Campos, durante el festival de Avándaro en 1971 las mujeres comenzaron a sacarse la espinita y a presentarse en la escena del rock en México.
Es más que obvio que el rock nacido en Inglaterra y Estados Unidos no llegaría a nuestro territorio como tal. Para empezar, todo nace por algo. Ya sea movimiento, moda, secuela o loquetegustemás tiene raíz en alguna inconformidad social, problema o unión de ideologías, y es lógico que en México no se tendrían las mismas bases que en los países fundadores del rock.
Recordemos que tan sólo unos años antes, las mujeres mexicanas luchaban y se hacían acreedoras de la facultad de votar por sus representantes políticos así como la eterna batalla por la igualdad y defensa de sus derechos.
En fin, en cuestión a la música, pocas son las bandas creadas completamente por féminas que sean recordadas en un nivel popular, por así mencionarlo. En la escena underground del rock mexicano me saltan a la mente bandas como Nina Pilots, The Black Violets o Bloody Benders que la oportunidad para tocar en festivales “grandes” aún no les ha llegado.
Me salta a la mente una comparación que alguna vez leí en la red “Ni el Doctor Simi es un verdadero doctor; ni Alejandra Guzmán rockera”.
¿Qué se puede esperar de la música de chicas en México cuando las voces más reconocidas dentro del rock tiran a una onda más bossa, jazz o hasta operística? Sí, me estoy refiriendo a una Ely Guerra, Denise Gutiérrez, Natalia Lafourcade o hasta una Julieta Venegas, que no niego han logrado bastante con su talento pero no se puede llamar a ciencia cierta que sean voces de este género.
Dentro de todo no hay tantas cosas malas (ojo, no digo que las chavas de arriba lo sean). Hace un tiempo (la verdad no me acuerdo cuándo) escuché a la banda de chicas defeñas, Ruido Rosa. En general tienen la onda rock-pop-alternativo (porque últimamente ya toodo es alternativo o en su defecto, indie). La voz está chida, las cuerdas y percusiones mantienen buen ritmo. En conjunto, te mantienen escuchándolas un rato aunque sea para saber qué pedo con ellas.
El EP homónimo de Ruido Rosa tiene canciones que sí llaman la atención, entre ellas puedo mencionar el single "Dentro", "Miedo A Caer" o "Más", que a mi gusto son en las que se puede percibir un poco más la onda rocker. Y dentro de esto, ¿qué oportunidades han tenido? Para empezar el simple honor de ser la banda que abriría los conciertos de Kiss, presentaciones en diversos festivales y bueno, básica, la grabación del EP.
Si estas morritas pueden sacar rápido el conecte ¿Por qué no darle oportunidad a grandes ejecutantes dentro del rock mexicano? El chiste no es quién toque más chingón que la otra. Lo que importa es que la industria musical aumente de tal manera que otras bandas puedan llegar a un Coachella como lo hizo recientemente Le butcherettes.
Si hay algo que realmente me molesta es que bandas como Vinylators, o ya en lo internacional, pero aún de mujeres, Juana Chang, no se les de tanto peso para presentaciones más imponentes y que a cambio tengan que seguir ejecutando sus toquines en foros pequeños como El Alicia que, aunque el ambiente generalmente es mucho mejor por el espacio reducido y porque va la gente que neta quiere estar ahí, en ocasiones, y como diría Paquita la del Barrio, “les queda muy chiquito”.
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| Cartel del evento rock de mujeres del pasad mes de marzo en El Alicia |
¿Solución? Como en todo, inicia por nosotros mismos. Démosle la oportunidad a bandas de demostrar que el calificativo “pequeñas” es erróneo y que, independientemente de ser hombres o mujeres los que entregan su alga en el escenario, lo verdaderamente importante es lo único que une a todos, la música.
