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19.1.12

ROCKCRUCIS // Tarahumaras: el concierto del silencio

Indígenas en Chihuahua


Para Rita Guerrero 

Googleo “Concierto” y “Tarahumara”. Lo que encuentro es una nota en el periódico chiuahueño El Ágora acerca de un concierto de percusiones a favor de las comunidades indígenas de la sierra que tuvo lugar el 11 de diciembre pasado. Cambio mi búsqueda a “Rock” y “Tarahuamara” y el resultado es una nota publicada en la página de la Universidad Panamericana acerca de dos presentaciones que el pianista y compositor estadounidense Romayne Wheeler, un músico que desde hace años vive en los barrancos de Chihuahua y trabaja a favor de las comunidades Rarámuri, ofrecería en octubre y noviembre de 2010. 

Buceo entonces en las páginas de las principales revistas de música, muchas en las cuales colaboro. Nada. Tampoco en los sitios de los bares en donde suelen presentarse las bandas de rock. Ni una sola tocada, concierto o festival que aluda a la noticia que desde el fin de semana pasada nos retorció las tripas y causó toda una serie de reacciones de indignación en las redes sociales: el suicidio masivo de 50 indígenas tarahumaras a consecuencia del hambre, el frío y el abandono en el que se les tiene sumidos. Desesperados, se tiraron al barranco.
 
Los dueños de Hard Rock 

Saberlo me hizo recordar una nota que leí hace algunos años. En 2006, la tribu de indios Seminoles de Florida adquirieron la compañía Hard Rock International por más de 965 millones de dólares. Sí, los mismos Hard Rock en cuyos muros apreciamos memorabilia de bandas como Kiss, The Beatles, Elton John o Elvis, entre un larguísimo etcétera. 

Hace dos años, cuando cubrí el Festival de Coachella en Indio, California, recuerdo haber observado una gran cantidad de casas de juego a la orilla de la carretera camino a Palm Springs. “Son los de los indios”, me comentó el chofer de la camioneta que trasladaba a la prensa hacia los campos de Polo donde tiene lugar el Festival que este año se vendió en su totalidad con casi tres meses de antelación. Las reservas indígenas de Estados Unidos viven de la administración de casinos en territorios autónomos. 

No se trata de glorificar a Estados Unidos, simplemente de señalar algo que ocurre y es real.

Logotipo del Seminole Hard Rock

Estrellas con los pies en la tierra 

Me tocó crecer en los 90 y aunque me resisto a caer en el discurso forever de “en mis tiempochhh…”, lo que sucedió con los Tarahumaras me obligó a viajar en el pasado. Asistí a buena parte, si no es que todos los conciertos que el Colectivo Serpiente Sobre Ruedas organizó en Ciudad Universitaria en aquella década. Reuniones festivas multitudinarias, grillas y politiqueras también, panfletarias para algunos, pero al fin y al cabo sociales que se hacían con el pretexto de escuchar música en vivo. Grupos como Botellita De Jerez, La Lupita, La Castañeda, Guillotina, Limbo Zamba, Aterciopelados, Santa Sabina, Julieta Venegas Y La Milagrosa, La Cuca, Maldita Vecindad, Los de Abajo, Tijuana No, Panteón Rococó y una larguísima lista subían al escenario del Estadio de Prácticas, del Estadio Universitario, de las Islas o el estacionamiento de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales para descargar sus rolas y gritar consignas zapatistas. 

Hay quienes dicen que aquellos músicos se colgaban de una causa, pero yo, que estuve ahí, puedo decir una cosa: nunca nadie fue a promover su disco, vender camisetas o anunciar su próxima gira. Iban, tocaban, le mentaban la madre al gobierno y leían algún comunicado del subcomandante Marcos. Los que asistíamos como audiencia, sí, bebíamos cervezas en bolsas de plástico y fumábamos mota, bailábamos slam, pero también cooperábamos con los 10 pesos y el kilo de grano que se los pedía como entrada. Atestigüé como músicos como Luis Shenka, de Panteón; Pato, de Maldita; El Manco, de Guillotina; Liber de LDA y por supuesto, Rita Guerrero, viajaron personalmente en las caravanas a Chiapas para entregar los víveres. 

Sin desplantes rockstarianos, se enfrentaron a los retenes del ejército, durmieron en el piso y se aseguraron que cada centavo y cada grano de arroz llegara a las manos de quien tenía que llegar. Claro, muchos de ellos también salían en MTV pero al final nunca alteró su calidad humana. Eran estrellas con los pies en la tierra. Rita, por ejemplo, se murió con el puño en todo lo alto. 

Portada del disco "Juntos Por Chiapas" en el cual participaron algunos de los arriba mencionados y lo recaudado fue dirigido a Serpiente Sobre Ruedas para que lo llevara a Chiapas.


Rock Inc.© 

La consolidación de OCESA y otras promotoras importantes hicieron realidad lo que mi generación anhelaba: conciertos internacionales al por mayor. Ya no tenemos que esperar 10 años para que Pearl Jam nos visite. Hoy podemos presumir que bandas como Interpol, The Strokes o Artic Monkeys toquen –varias veces– en nuestro país cuando disfrutan de su esplendor creativo. Sin embargo, hace mucho que no existe en el DF un concierto gratuito multitudinario o cuando menos uno con precios menores a 50 pesos. No, porque el Vive Latino es ya una marca registrada que supone un flujo de capital envidiable. El rock es ya, en toda la extensión, un Inc. 

Las preventas de boletos terminaron con aquel ritual que para mi generación suponía ir a formarse para obtener entradas. Pero de todo eso hablaremos en otra Rockcrucis. Busqué en Twitter que algún músico se refiriera al asunto Tarahumara. Sólo encontré un pronunciamiento de Alfonso André, baterista de Jaguares, que sobra decir deviene de los 90 con Caifanes. No es que siga a todos los músicos mexicanos, pero me a atrevo a pensar que casi nadie dijo nada. Pero todos promueven sus discos. 

Recientemente el diario español El País publicó un artículo muy interesante titulado "El silencio político de los músicos" en el que se cuestionaba por qué al rock dejó de ser una piedra en el zapato del poder. A mí, me pone un poco triste que el mal chiste de un payaso haya causado controversia en México antes que alguien se aventara a organizar un concierto de rock a favor de los Tarahumaras. 








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