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13.2.12

CINEMACRITICSOUND // Cuelgame hasta secarme

Los californianos Cold War Kids

Como las personas que leen esta columna cada lunes saben (y se los agradezco infinitamente), lo que trato de hacer en cada entrega es ligar el cine con la música. En esta página amamos el rock y todo aquello relacionado con él. Por eso pienso que este espacio para hablar de cine y su alma matter, el sonido, puede ser interesante y crear o mostrar conexiones que jamás se nos ocurren, pero están presentes. 

Esta vez no hablaré de un soundtrack, un director, un músico, un actor- músico, sino haré una reflexión, basada en un malvibre personal, sobre lo que significa relacionar lo visual con lo auditivo. Podemos pensar que es un proceso muy común, algo que hacemos inconscientemente, pero a veces pienso que la imaginación puede ir mucho más allá de eso. 

Cuando leo, siempre veo lo paisajes, le doy un físico a los personajes, hasta a veces decoro los lugares mencionados. Por eso luego me dan ganas de masacrar a directores cuando le dan en la madre a los libros que adaptan al cine (me guardo los ejemplos porque si no me enojo). También lo hago de otra forma. Cuando veo una pintura, me gusta darle no sólo una movilidad, sino una melodía, un ritmo, un beat o lo que sea para hacerla sonar. Supongo que muchas y muchos realizarán lo mismo, pero sin dudas, mi actividad de ocio favorita para dejar volar la imaginación es imaginarme videoclips para las canciones. 


Hay letras tan poderosas en la música, fragmentos tan llenos de verdad, de sentimiento, de identificación, que es imposible no acompañarlas (aunque sea sólo en el cerebro), de una imagen en movimiento. El caso que deseo compartir, que invade mis pensamientos y no me deja dormir, lo pasé gracias a los Cold War Kids. Desde su disco “Robbers And Cowards”, me hice fan de esta banda californiana y aunque a muchos no les gustó el “Mine Is Yours”, yo lo disfruté bastante e incluso fue de mis consentidos del año pasado. 

Regresando al punto, la rola más choteada de los niños de la guerra fría, es “Hang Me Up To Dry”. Cuando salió el video, a manera de un ingenioso trailer, se me hizo un homenaje interesante al cine neorrealista italiano, con detalles del film noir gringo y hasta referencias a la Nouvelle Vague francesa; la filmación en blanco y negro, la guapa actriz protagonista que da un aire a divas como Sophia Loren o Claudia Cardinale y hasta los encuadres, dan una sensación retro que hacen de éste un muy buen videoclip. 

Los encargados de convertir esta canción en un trabajo visual, fueron, The Malloy Brothers, quienes han trabajado con bandas modernas igual de buenas (o mejores) que los Cold War, haciendo videoclips memorables como: “Dimension”, de Wolfmother, “My Doorbell”, de The White Stripes o “Last Summer” de Lostprophets. Y también han hecho videos, para basura pop que no vale la pena mencionar. 

Pero regresando al punto que deseaba explicar. Hace como un mes, re escuché el álbum debut completo de esta banda y por alguna extraña razón, fue ésta la canción que más se clavó en mí. El bajo constante y preciso de Matt Maust, se insertó en mi cerebro como Penny Lane lo hace en el corazón de William Miller, en el ya hoy clásico filme: "Casi Famosos" ("Almost Famous", 2000). 

Fue cuando imaginé (juro que sin drogas), una especie de patio donde se llevaba a cabo una barbecue o carne asada. Los comensales estaban vestidos en trajes de baño: uno preparaba la carne, otro estaba acostado sobre una silla plegable para playa y otro simplemente miraba hacia el cielo. Una niña aparecía en la escena y el hombre que veía el cielo, se dirigía a ella para peinarla de mil maneras. 

El chico que cocinaba se daba cuenta que no había carne para asar, pero el carbón estaba listo, así que comenzaba a cortarse el brazo para cocinarlo. Mientras el sujeto que tomaba el sol se levantaba, sacaba un maniquí femenino de un cobertizo, lo acostaba en la silla playera, se ponía sobre él, empezaba a manosearlo y besarlo, al tiempo que se desnudaba. 

Por otro lado, el hombre del asador ya cocinaba gustoso su brazo, aunque enfrentaba algunas dificultades, cuando deseaba añadirle condimentos o colocar cebollitas para asar. El chico y la niña se peleaban porque ésta se encontraba harta de ser peinada un chingo de veces y que ninguna le gustara a su “estilista”. Y el amante del maniquí, ya se encontraba completamente desnudo y se tiraba a su inerte amante, de forma enloquecida. 

En ese momento entraba un cuarto participante, traía una botella de vodka en la típica bolsita de papel, miraba a todos consternado, era el único que no usaba ropa de verano y atrás de él había dos extrañas criaturas (enanitos, uno con máscara de coyote, otro de perezoso), que lo seguían a cada paso. 

Al notar que ninguno de sus compañeros en la barbecue haría nada para salvarlo, el hombre comenzaba a caminar alrededor de la piscina, seguido de sus dos extraños acompañantes que bailaban tratando de recibir una mirada de su presa, el cual se limitaba a beber rápidamente el vodka que traía en su bolsita, sin dirigir los ojos atrás. 

Después dejé de imaginar cómo podría terminar mi idea. Pero la canción la he seguido escuchando sin parar y esas imágenes no dejan de recorrer mi cabecita, sobre todo en esa parte de: you wrung me out, too too too many times. Siempre lo he pensado y lo mantengo, el sólo tener una palabra, un enunciado, una estrofa, cualquier letra que despierte el imaginario que todos poseemos, será suficiente para darle una mezcla visual y auditiva en nuestra mente. 

All mixed up in the wash, hot water bleeding our colors…


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