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12.1.12

ROCKCRUSIS // Nos están arrebatando el trabajo

A estas alturas, sabes que At The Drive-In se reunió y tocará en Coachella. También conoces el rumor: originalmente el regreso de la alineación original de Black Sabbath serviría como headliner del festival que se realizará durante dos fines de semana (13 al 15 y 20 al 22 de abril) en Indio, California, pero el cáncer temprano al guitarrista Tony Iommi frustró los planes de los promotores. También has de conocer ya, que Fatboy Slim se sumó al elenco del Vive Latino 2012 que se celebrará del 23 al 25 de marzo en de Sol. 

Apuesto mi disco firmado por The Cure a que las noticias llegaron a ti a través de las redes sociales. Yo, cuando menos, me entero de gran parte de lo que me interesa gracias a que sigo directamente a los protagonistas de la información en Twitter. 

El periodismo de rock está cayendo en desuso. Nos volvemos, poco a poco, obsoletos. Fuerzas diabólicas nos arrancan el trabajo de las manos en nuestras propias narices y nadie hace nada porque nadie parece darse cuenta.

Cuando la obsolescencia nos alcance 

Hace más de tres años escribí un artículo en el que mencionada que la llegada de Internet –aún las redes sociales o social media no despegaba como fenómeno de comunicación– había roto la barrera que existía entre bandas y fans, logrando que los segundos se enteraran de las noticias que les interesaban como nuevos discos, giras por iniciar y venta de boletos, directo de las fuentes, sin intermediarios. Eso planteaba un reto para quienes nos gustaba hacer periodismo de rock. 

Si ya no era nuestro papel como reporteros divulgar información musical de primera mano, ¿qué nos quedaba? 

A tres años de aquel artículo el panorama no es mucho más alentador: los fans pueden chatear directamente con las bandas en sus sitios oficiales, enterarse a través de Twitter de lo que están haciendo en ese momento y acceder, por medio del Live Streaming, a la intimidad de un backstage, camerino o estudio de grabación sin que exista de por medio un cronista que presente la información sesgada o digerida. En ese contexto, nadie esperará con fervor religioso la publicación de una crónica o una entrevista en la revista de moda. 

Como algunos saben, imparto un curso de periodismo de rock en el Centro Cultural Woody Allen. Módulo a módulo, me preocupa inculcar en los alumnos la curiosidad y la voluntad por contar historias, por hacer periodismo rockero con genuinos deseos de volverse cronistas de la música. Me interesa que cada uno de ellos ofrezca análisis, reflexiones y ópticas que las redes sociales no pueden dar. ¿Por qué? Porque como antes dije, las noticias no las podemos ganar. Es imposible que alguien se entere del cartel de un festival a través de una revista mensual, pero sí queda en la publicación proveer de un texto sabroso para leer, entretenido y sobre todo, original. Los bloggers cuenta con una ventaja que el papel no puede dar: el espacio ilimitado. 

Relaciones públicas, al infierno 

Aquí entra otro aspecto que particularmente me inquieta. Parece que las oficinas de prensa –sean de promotoras, disqueras o festivales– lo mismo que los malditos Publirrelacionistas, Agentes de prensa o Representantes crecieron como tumores en los organismos de los rockeros que no sólo se creen dueños de las bandas, sino incluso de nosotros los periodistas y los medios en los que trabajamos. Nos ven como instrumentos de promoción, autómatas esclavizados que sirven para tomar dictado de aquello que la Disquera quiere promover. 

Con varios colegas he comentado lo molesto que es que pretendan decirte qué preguntar y qué no preguntar en una rueda de prensa o entrevista, que los Jefes de prensa decidan en qué momento, por cuánto tiempo y dónde deba la banda otorgar esa entrevista y hasta se dan el lujo de decir: “en este momento no puedes platicar con el grupo porque como no tienen disco nuevo, no hay nada de qué hablar”. ¿Y si me interesa únicamente platicar con un músico acerca del amor, la muerte y las moscas? Como eso no vende discos, te dicen que no. 

Lo peor es que las bandas se han rendido a las exigencias del mercado y permiten que sean sus managers, publicistas y oficinas de prensa los que hablen por ellos. Cuando les pides directamente una entrevista, más de uno responde: “velo con mi manager”, como si fueran idiotas incapaces de tomar una decisión por sí mismos. 

¿Hace cuánto no leen una entrevista realizada a un rockero con total espontaneidad? ¿Hace cuánto no leen que un periodista lo entrevistó en medio de un vuelo o durante varias horas en un cuarto de hotel? Eso ya no existe, a menos que la mentada oficina de prensa decida que el Día de las entrevistas (porque en sus minúsculos cerebros imponen que sea un día nada más, para que al final los músicos terminen hartos de responder durante horas a las mismas preguntas) sean en un cuarto de hotel en el que reciban a los periodistas uno detrás del otro como en una suerte de periodismo maquilado en serie, desangelado y desprovisto de detalles narrativos. 

Escúpanles cuando estén en el piso 

Nosotros lo permitimos. Las disqueras se adueñaron del periodismo musical y deciden las agendas: muchas revistas serias deciden sus portadas de acuerdo con los lanzamientos de las grandes compañías. Eso, en lo personal, me provoca naúseas. Si en política los reporteros se sometieran con semejante mansedumbre a los caprichos de las oficinas de prensa, jamás hubiera habido un Watergate. 

Cuando un alumno me dice: “no quiero hacer preguntas que provoquen que la oficina de prensa se enoje y no me acrediten para el Vive Latino” me invade una profunda tristeza. Quiere decir que Ellos –los apestados PR’s –están ganando la batalla. Precisamente una buena nota es aquella obtenida en contra de los deseos de las oficinas de prensa, aquella entrevista que por su honestidad las hace rabiar, ya que da la espalda a la exigencia mercantilista y se inscribe en los terrenos de lo humano. Cuando un Gerente de prensa llama a mi redacción para quejarse porque un reportero bajo mis órdenes realizó una pregunta incómoda o se metió donde no debía, no sólo le cuelgo el teléfono, sino que condecoro al reportero con la mas sincera de mis felicitaciones. 

Sí, entre las redes sociales y las oficinas de prensa nos están arrebatando el trabajo. Futuros periodistas de rock: de las primeras obtengamos la noticia, pero analicémosla de forma original. A las segundas escúpanles encima y declárenles la guerra.




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